“… le aliviará saber que,
en definitiva, él no es más que un instrumento en manos del Señor: se liberará
de la presunción de tener que mejorar el mundo -algo siempre necesario- en
primera persona y por sí solo. Hará con humildad lo que le es posible y, con
humildad, confiará el resto al Señor. Quien gobierna el mundo es Dios, no
nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podemos y hasta
que El nos dé fuerzas” (Benedicto XVI, “Dios es Amor” nº 35)
Es muy bonito lo que comentais de Santa Hildegarda, podiais seguir comentado más cosas.
ResponderEliminarUnidos en la oración.