Ayer tuvimos en comunidad una sencilla celebración en la que rezamos por nuestras hermanas que han fallecido ya.
Nos llena de emoción remontarnos al siglo X , (966), en el que se fundó nuestro monasterio, y el primer sentimiento que nos brota es el de agradecimiento.
Gracias a la perseverancia y fidelidad de tantas hermanas la vida monástica se ha mantenido en nuestro monasterio y somos herederas de aquella primera comunidad benedictina de León.
Este reconocimiento y agradecimiento se extiende también a todas las hermanas mayores que tenemos en el momento actual. Ellas son nuestro "tesoro". No compartimos algunas opiniones sobre que los jóvenes buscan comunidades jóvenes. Nosotras valoramos mucho la sabiduría y el amor que derrochan nuestras mayores. Ellas, lejos de ser un impedimento para entrar en la vida monástica son un polo de atracción.
Ernestina
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