miércoles, 26 de febrero de 2014

Seis meses...

Es difícil que alguien se imagine viviendo un día en un monasterio... Yo llevo ya seis meses y me doy cuenta cómo el tiempo pasa volando. No tengo ocasión de aburrirme: con espacios de oración, eucaristía, trabajo, estudio y encuentros de la comunidad el día se acaba pronto. Y así voy descubriendo la riqueza de la vida monástica entre momentos de sol y momentos de nubes pero siempre con la convicción interior de que soy amada y llamada por el Señor. Puedo decir con María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. »
Klára

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