Es difícil que alguien se imagine viviendo un día en un monasterio...
Yo llevo ya seis meses y me doy cuenta cómo el tiempo pasa volando. No tengo
ocasión de aburrirme: con espacios de oración, eucaristía, trabajo, estudio y
encuentros de la comunidad el día se acaba pronto. Y así voy descubriendo la riqueza
de la vida monástica entre momentos de sol y momentos de nubes pero siempre con
la convicción interior de que soy amada y llamada por el Señor. Puedo decir con
María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. »
Klára
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escríbenos y dinos qué opinas de la entrada