Yo soy una monja y quería compartir contigo mi historia personal. Mi PADRE es alfarero y hace muchas vasijas de barro.
Un día hizo una que le salió muy mal, muy defectuosa. Vio que no le valía para nada, pero le daba pena tirarla o rehacerla porque le había cogido cariño a pesar de estar tan defectuosa así que decidió quedársela pero siempre a su lado por si alguno la encontraba y, al ver que no valía para nada, la echaba a la basura o la rompía.
Esa vasija que no vale para nada soy yo pero estoy siempre con mi PADRE. ¡Qué suerte!
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