Cristo, que, en este edificio del cual constituye la piedra angular , supo
reunir en un solo cuerpo a los judíos y a los gentiles, es el mismo que
debe volver aquí, como vencedor , para acabar su obra y salvar
definitivamente a la criatura que, en la creación, sacó del barco de la
tierra y formó con sus manos divinas.
El Emmanuel, nuestro Legislador y nuestro Rey, es el mismo que volverá de
nuevo una vez más, como Salvador del mundo. Tal es la invocación final con
la que concluye la última de estas solemnes antífonas en las que se
encuentra condensada, por así decirlo, toda la liturgia del Adviento, y en
la que la Iglesia no pierde jamás de vista la segunda venida gloriosa del
Redentor.
San Mateo, en su Evangelio, nos presenta dos afirmaciones de Jesús sobre
este ser Dios-con-nosotros. La primera se refiere a la Iglesia en oración:
"Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio
de ellos" (Mt 18, 20). La segunda, al final del Evangelio: "Yo
estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20)
Una presencia en la oración de la comunidad, una presencia en la misión.
La Navidad es la gran fiesta de la presencia de Dios entre nosotros,
manifestada en Jesucristo. Históricamente, en el tiempo, esta presencia
empezó en el seno de María, en la encarnación, y de ella nació el Emmanuel.
Ahora, en la vida de la Iglesia, Jesús continúa estando presente, siendo el
mismo ayer, hoy y por todos los siglos. El es el Viviente, el que fue
crucificado y que ha resucitado. Su presencia es, sobre todo, la presencia
eucarística, la más real y personal de las presencias reales de Cristo
cerca de nosotros.
Por eso la Iglesia celebra con gozo la Navidad, como un gran acto de
adoración a Cristo presente: Venid, adorémosle; venid, adorémosle.
Quizá esta presentación de las Antífonas "O" nos ayude a
celebrarlas mejor; no solo celebrarlas, sino tener una experiencia de su
contenido.
La Oración de Teresa y de Juan de la Cruz se alimentan del Misterio,
celebrado con gozo y entusiasmo. Es poco "cumplir con el rezo".
La Celebración es una experiencia de Dios, que se hace silencio, adoración
y también música,fiesta, gozo. |
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