martes, 10 de abril de 2012

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN





Este es el día que actuó el Señor. ¡¡El Señor ha resucitado: Aleluya!!
El Señor ha vencido a la muerte y nos ha devuelto la vida. Es un día de bendición, de alabanza y de acción de gracias. Cristo, nuestra luz, aparece en la noche disipando las tinieblas del pecado y de la angustia.
Aquí tenéis un pequeño fragmento de San Juan Crisóstomo, uno de los Padres de la Iglesia, donde nos habla de la grandeza de esta fiesta:

“El que es devoto y ama a Dios, que disfrute de esta magnífica y brillante fiesta.
El que es un siervo agradecido, que entre alegremente en el gozo del Señor.
El que está cansado del ayuno, que reciba ahora el denario de recompensa.
El que ha trabajado desde la primera hora, que reciba su gratificación correspondiente.
El que ha llegado después de la tercera hora, que participe en la fiesta agradecido.
El que ha llegado después de la sexta hora, que no dude: él nada perderá.
El que ha demorado hasta la novena hora, que se aproxime sin vacilación.
El que ha llegado en la undécima hora, que no tema a causa de su demora, porque el Señor es generoso y misericordioso:

Él recibe tanto a los últimos como a los primeros; concede recompensa al que viene en la undécima hora, igual que al que ha trabajado desde la primera hora; tiene misericordia del último, y satisface al primero; a aquél da, y a éste regala; acepta las obras y admite la intención; honra los hechos y alaba el empeño. Por lo tanto, entren todos ustedes al gozo de su Señor; los primeros y los últimos reciban su recompensa; ricos y pobres regocíjense y alégrense juntos: los que se abstuvieron y los que actuaron negligentemente honren este Día; ayunaron o no, regocíjense HOY, porque la mesa está llena, deléitense de ella todos. El ternero está cebado; que nadie se retire con hambre. Regocíjense todos en el banquete de la fe, y disfruten de la riqueza de la bondad. Que nadie se lamente por su pobreza, porque el Reino Universal se ha manifestado. Que nadie llore por sus pecados, porque el perdón ha surgido resplandeciente del Sepulcro. Que nadie tema la muerte, porque la muerte del Salvador nos ha librado. Él destruyó la muerte cuando ésta lo contuvo; Aquél que descendió al infierno lo saqueó y lo hizo probar la amargura al tomar su Cuerpo. Lo predijo Isaías cuando exclamó diciendo: “El infierno se llenó de amargura, cuando se encontró abajo”.

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