domingo, 18 de enero de 2015

¿Cómo afinar el oído para escuchar?

  ¿Es nuestro  mundo un mundo sin llamadas o un mundo en el que son raras las respuestas?

Ya llevo cinco años en el Monasterio, pero hoy de modo especial he recordado esos primeros pasos en el camino de mi vocación...cuando empezaba a tomar conciencia de la llamada de Dios. Y todo al contemplar la figura del niño Samuel (1 Samuel 3), que la Palabra de Dios en la Eucaristía nos ha presentado hoy.  

El texto nos dice que "en aquel tiempo no era corriente la palabra de Dios y eran raras las visiones..."
Hoy parece que ocurre lo mismo. Cuantas veces, antes de entrar en el Monasterio, he ido por la calle con un auricular adosado a la oreja con la música a muchos más decibelios de los necesarios para disfrutar de ella...seguro que a muchos de vosotros les pasa lo mismo. ¿No padecemos una contaminación acústica a todos los niveles?  En un mundo de tantas y tan constantes interferencias no es fácil que se escuche ninguna voz...ni la de la conciencia ni tampoco la de Dios.





La Palabra de Dios nos presente a Samuel como oyente de la Palabra....El Señor llama a Samuel: ¡Samuel!

Su experiencia de la vocación me ha servido para recordar la mía, entenderla y agradecerla cada día más y compartirla con vosotros para que esteis atentos a la voz del Señor.
Quizá no era voz humana que pudiese percibir a través de mi oído...pero si un susurro en mi corazón.

Sor Mercedes.

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