jueves, 18 de noviembre de 2010

Regla benedictina, c. 13, Laudes en días ordinarios, Sor Ernestina Álvarez

Capítulo 13
CÓMO HAN DE CELEBRARSE LOS LAUDES EN LOS DIAS ORDINARIOS

1 En los días ordinarios, en cambio, celébrese la solemnidad de Laudes de este modo: 2 Dígase el salmo 66 sin antífona, demorándolo un poco, como el domingo, para que todos lleguen al 50 que se dirá con antífona. 3 Luego díganse otros dos salmos, como es de costumbre, esto es: 4 el lunes, el 5 y el 35; 5 el martes, el 42 y el 56; 6 el miércoles, el 63 y el 64; 7 el jueves, el 87 y el 89; 8 el viernes, el 75 y el 91; 9 y el sábado, el 142 y el cántico del Deuteronomio que se dividirá en dos "Glorias". 10 Pero en los demás días se dirá un cántico de los Profetas, cada uno en su día, como salmodia la Iglesia Romana. 11 Sigan después los "Laudate", luego una lectura del Apóstol que se ha de recitar de memoria, el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y así se concluye.
12 Los oficios de Laudes y Vísperas no deben terminar nunca sin que el superior diga íntegramente la oración del Señor, de modo que todos la oigan. Esto se hará, porque como suelen aparecer las espinas de las discordias, 13 amonestados por la promesa de la misma oración que dice: "Perdónanos así como nosotros perdonamos", se purifiquen de este vicio. 14 En las otras Horas, en cambio, se dirá la última parte de esta oración, para que todos respondan: "Mas líbranos del mal".

rosa silvestre, belleza y bondad
Comentario por Sor Ernestina Álvarez

¿Qué me llama la atención de este capítulo de la Regla?
Dos frases atraen mi atención: “Dígase el salmo 66 sin antífona, demorándolo un poco, como el domingo, para que todos lleguen al 50 que se dirá con antífona”.
Esta concesión a los “tardones” refleja una característica muy de San Benito, siempre la ayuda al débil. Al que tarda más en levantarse, al que es algo perezoso… que no se note que llega con retraso, que no quede excluido de la oración. San Benito no está en la comunidad como juez que castiga sino como Padre que, porque ama, disimula la falta.
La otra actitud de San Benito que me llama la atención es ver cómo no pierde ocasión de buscar la paz, la concordia y la unidad entre los monjes que viven en sus monasterios.
No se escandaliza la ver que entre ellos también hay desavenencias: “Esto se hará, porque suelen aparecer las espinas de las discordias”
Para San Benito tiene un valor grandísimo la comunidad y va contra todo lo que pueda causar divisiones. ¿El remedio? El perdón, la reconciliación constante antes de ponerse el sol, como nos recuerda en otro capítulo.

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