sábado, 18 de septiembre de 2010

Regla Benedictina, c.9, Salmos en la noche,Sor Guillermina González

Capítulo 9

CUANTOS SALMOS SE HAN DE DECIR POR LA NOCHE

En el mencionado tiempo de invierno, debe decirse en primer lugar y por tres veces el verso: "Señor, ábreme los labios, y mi boca anunciará tus alabanzas", 2 al que se añadirá el salmo 3 y el "Gloria"; 3. tras éste, el salmo 94 con antífona, o por lo menos, cantado. 4 Siga luego el himno, después seis salmos con antífonas. 5 Dichos éstos y el verso, dé el abad la bendición. Siéntense todos en bancos, y los hermanos lean por turno en el libro del atril, tres lecturas, entre las cuales cántense tres responsorios. 6 Dos responsorios díganse sin "Gloria", pero después de la tercera lectura, el que canta diga "Gloria". 7 Cuando el cantor comienza a entonarlo, levántense todos inmediatamente de sus asientos en honor y reverencia de la Santa Trinidad.
8 Léanse en las Vigilias los libros de autoridad divina, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, así como los comentarios que hayan hecho sobre ellos los Padres católicos conocidos y ortodoxos.
9 Después de estas tres lecturas con sus responsorios, sigan otros seis salmos que se han de cantar con "Alleluia". 10 Tras éstos, una lectura del Apóstol que se ha de recitar de memoria, el verso y la súplica de la letanía, esto es el "Kyrie eleison". 11 Así se concluirán las "Vigilias" nocturnas.

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Comentario por Sor Guillermina González

La alabanza nocturna, las Vigilias o Maitines, es una de las plegarias más importantes en la jornada de las monjas/es.
Empieza, en el silencio de la noche, cuando el ambiente que nos rodea está en reposo, con un verso del salmo 50: “Señor, ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza”
Ponemos nuestros cantos en las manos del Dios Trino, con el deseo de que esta oración llegue a su presencia en nombre de toda la Iglesia, de toda la humanidad, de todo el universo.
El himno que sigue a continuación es una pieza poética que hace referencia a los hechos de la vida de Cristo relacionados con esta Hora del día litúrgico.
Siguen los salmos, manantial privilegiado de la vida de todo cristiano, la Lectura bíblica, fuente inagotable de vida escudriñada en la lectio divina y la lectura patrística en la que los Padres de la Iglesia nos dan el pan de la Palabra explicado para que lo vivamos con mayor profundidad.
Y con una oración termina la primea plegaria de la comunidad monástica.

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