lunes, 18 de octubre de 2010

Regla benedictina, c. 11, Vigilias de domingos, por Sor Raquel Santos

Capítulo 11

COMO HAN DE CELEBRARSE LAS VIGILIAS DE LOS DOMINGOS

1 El domingo levántense para las Vigilias más temprano. 2 Guárdese en tales Vigilias esta disposición: Reciten, como arriba dispusimos, seis salmos y el verso. Siéntense todos por orden en los bancos, y léase en el libro, como arriba dijimos, cuatro lecciones con sus responsorios. 3 Sólo en el cuarto responsorio diga "Gloria" el cantor, y al entonarlo, levántense todos en seguida con reverencia.
4 Después de estas lecturas, síganse por orden otros seis salmos con antífonas, como los anteriores, y el verso. 5 Luego léanse de nuevo otras cuatro lecturas con sus responsorios en el orden indicado.
6 Después de éstas, díganse tres cánticos de los Profetas, los que determine el abad, los cuales se salmodiarán con " Alleluia ". 7 Dígase el verso, dé el abad la bendición, y léanse otras cuatro lecturas del Nuevo Testamento en el orden indicado. 8 Después del cuarto responsorio empiece el abad el himno "Te Deum laudamus". 9 Una vez dicho, lea el abad una lectura de los Evangelios, estando todos de pie con respeto y temor. 10 Al terminar, todos respondan "Amén", y prosiga en seguida el abad con el himno "Te decet laus", y dada la bendición, empiecen los Laudes.
11 Manténgase este orden de las Vigilias del domingo en todo tiempo, tanto en verano como en invierno, 12 a no ser que se levanten más tarde - lo que no suceda - y haya que abreviar un poco las lecturas o los responsorios. 13 Cuídese mucho de que esto no ocurra, pero si aconteciere, el responsable de esta negligencia dé conveniente satisfacción a Dios en el oratorio.


León pequeño con respecto a su hermosa catedral.
Comentario por Sor Raquel Santos

Cada mañana, el despertar es como despertar la vida. El domingo siempre amanece fiesta. ¡El día del Señor!- Buenos días, Señor, a ti el primero.

Todavía de noche, todas las hermanas de la comunidad, reunidas en el coro para celebrar la Resurrección de Cristo, con solemnidad, con el corazón dispuesto, lleno de paz y gozo interior, con el cuerpo descansado y con todo previsto para estar con el Señor.

La primera celebración litúrgica del día es más extensa y sosegada que a diario: salmos cantados, no sólo rezados; lectura del Evangelio y su homilía además de la primera lectura de la Biblia y la patrística (la segunda); cantos de alabanza y acción de gracias: Te Deum y Te decet laus.

Va dirigida nuestra gozosa plegaria al Señor en nombre propio y de todos los hermanos.

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